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¿Te amas a ti mismo?

  • Martiza López Lasso
  • 21 jul 2017
  • 3 Min. de lectura

Te comparto una historia que, según mi punto de vista, ilustra muy bien el concepto de amor propio...

Luz y Bruna eran dos gemelas nacidas en el seno de una familia de clase media de la ciudad de Panamá. A pesar de recibir la misma educación, las dos eran muy diferentes. Bruna era una niña bien portada que hacía todo lo que sus padres y la sociedad en la que vivían señalaban, mientras que Luz cuestionaba continuamente los dictámenes de sus superiores. La madre de las gemelas solía hacer afirmaciones tales como:

  • La felicidad se logra haciendo felices a sus padres.

  • Para que una mujer se destaque en la vida tiene que casarse con alguien “bien”, como un médico o un ingeniero.

  • Los ricos son unos engreídos.

  • No puedes estudiar una carrera larga porque no eres muy inteligente.

  • Los hombres son mujeriegos, pero merecen el respeto de las mujeres por el simple hecho de ser hombres.

  • El dinero no crece en los árboles.

Cada vez que Luz escuchaba a su madre haciendo este tipo de afirmaciones tarareaba alguna canción dándole a entender a su madre y a su hermana que no creía ni media palabra de lo que su progenitora decía o bien afirmaba que lo importante era ser feliz ella y que si en el camino su bienestar hacía felices a otros estaba bien; si no, también. Decía, además, que ella triunfaría por sus propios esfuerzos y que tendría mucho dinero sin depender de un hombre. Bruna, sin embargo, repetía las palabras de su madre y creía ciegamente en ellas.

El resultado fue que Bruna se casó con un médico que se gastaba el dinero con mujeres fuera del hogar, pero al que ella respetaba por ser hombre y porque le había dado su apellido. Luz, por su cuenta, estudió en el extranjero y se destacó en el ámbito de las relaciones internacionales. En su camino por el mundo conoció otras culturas y llegó a ser una gran líder en el desarrollo personal. Con su ayuda muchas personas llegaron a conocerse y a echar a un lado las creencias que los mantenían estancados.

Las dos hermanas, gracias a la potente Ley de la Atracción, construyeron su propia realidad: Una siguiendo el molde trazado por la sociedad en que creció y la otra rompiendo paradigmas.

Todos hemos sido víctimas de la sociedad en la que crecimos, pero los miembros de esta sociedad también han sido víctimas. No hay que culpar a nadie. No es posible que nuestros padres nos enseñaran algo que no sabían.

En la historia anterior Luz pudo dar amor y ayudar en la evolución de muchas personas porque ella se amaba a sí misma. Todos, en el punto en que nos encontremos, podemos lograr ese amor hacia nosotros mismos que nos hace libres.

El proceso para aumentar nuestra autoestima comienza con un reconocimiento y aceptación de lo que realmente somos en el momento presente. Debemos conocernos y aceptarnos en Cuerpo, Mente y Alma. Debemos, además, deshacernos de falsas creencias de nosotros mismos que por lo general tienen su origen en opiniones que otras personas, de gran importancia para nosotros, ejercieron sobre nosotros. Sin embargo, aquello ya pasó. Lo importante en este momento es lo que preferimos pensar, creer y decir ahora mismo, ya que estos pensamientos y estas palabras crearán nuestro futuro.

El pasado ya pasó. No podemos cambiarlo. Sin embargo, sí podemos cambiar nuestros pensamientos acerca del pasado. Para liberar el pasado, debemos estar dispuestos a perdonar a todo el mundo, incluyéndonos a nosotros mismos. Tal vez no sepamos cómo perdonar; quizá no queramos perdonar, pero el solo hecho de decir que estamos dispuestos a perdonar inicia el proceso de curación. Para curarnos es importante que nosotros liberemos el pasado y perdonemos a todo el mundo.

Una afirmación sanadora es:

“Te perdono por no ser como yo hubiera

querido que fueras. Te perdono y te libero”.


 
 
 

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