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Usando el enojo positivamente

  • Maritza López Lasso
  • 5 nov 2017
  • 3 Min. de lectura

En el año 2004 comprendí que había llegado a un punto de cambio en mi camino de vida y que la nueva etapa no incluía a mi esposo y padre de mis hijos.

Hasta ese momento había llevado una vida protegida con un esposo amable que me quería y me respetaba y esa nueva percepción me pareció carente de contenido. De modo que seguí en el matrimonio tratando de ignorar ese sentimiento que con el transcurrir del tiempo cobraba más fuerza.

Por ese tiempo comencé a tener problemas con los pies. Ahora sé que algunos problemas corporales son reflejo de problemas psíquicos y que los problemas en los pies están relacionados con el temor al futuro y a no poder avanzar en la vida, pero en aquella época no lo sabía.

A medida que pasaban los meses y que mi percepción de que no estaba en el lugar que me correspondía aumentaba, una sensación de ira crecía en mi interior. Era un enojo contra mí misma por mi incapacidad de terminar una relación que había llegado a su final y al mismo tiempo un desprecio hacia mi persona por no corresponder en sentimientos a quien tanto me amaba.

Finalmente, cuando fue un hecho que el padre de mis hijos y yo nos separaríamos, fui víctima de la ansiedad. Entre otras cosas, lo que me preocupaba era cómo iba a hacer para ganarme la vida puesto que durante prácticamente todo nuestro matrimonio yo había dependido económicamente de él.

Mi voz interior me decía que no me preocupara, que todo saldría bien, que liberara mis pensamientos por medio de la meditación, pero mi mente boicoteaba cada intento de mi conciencia por sacarme del abismo.

El tiempo le dio la razón a mi voz interior. Gracias a la respiración consciente liberé los miedos que me paralizaban y no solo recomencé a caminar con mis pies físicos, sino que descubrí que tenía alas para volar por mí misma.

Descubrí que las emociones son útiles porque nos ayudan a cambiar la dirección del buque de nuestra vida y que no importa en el punto en que nos encontremos, siempre podemos mejorar nuestra vida.

¿Cómo libero el enojo?

Cuando hemos guardado el enojo por mucho tiempo, es probable que sintamos ganas de exteriorizarlo por medio de gritos. En estos casos, una manera de disminuirlo es encerrándonos en nuestra habitación o en un lugar donde nadie nos moleste y golpear almohadas o gritar. También podemos hacer deportes como correr, nadar, montar en bicicleta, etc.

En mi caso personal, para atenuar la rabia contra mí misma escribía largas cartas en las que me reprochaba por mi actitud y que luego quemaba.

Un ejercicio de respiración para evacuar el enojo que practicaba cuando más llena de emoción negativa estaba y que me ayudó mucho es el de inspirar por la nariz por 5 segundos y espirar sacando todo el aire por la boca en un segundo. Este ejercicio lo hacía de pie, donde estuviera, o bien acostada, para relajarme.

Una vez relajada, procedía a meditar haciendo uso de una respiración diafragmática, hinchando lenta y silenciosamente el abdomen durante la inspiración y vaciando al máximo los pulmones para expulsar la mayor cantidad posible de aire durante la espiración.

No importa si golpeamos almohadas, escribimos cartas o hacemos deportes para disminuir el enojo. El método no importa. Lo importante es controlar el enojo antes de que el enojo nos controle a nosotros.

 
 
 

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