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Encuentro con la Ley De La Atracción en Navidad

  • Maritza López Lasso
  • 17 dic 2017
  • 3 Min. de lectura

Las Navidades de mi niñez, en la ciudad de Panamá, son sinónimos de villancicos, de decoración del arbolito, del nacimiento, del renuevo de la casa con las consecuentes luces titilando en el techo y las ventanas, de regalos y, sobre todo, de mucha alegría.

Al emigrar a otros países e integrar las costumbres locales en mi vida, las Navidades de mi niñez se quedaron en un pasado que cada año se iba tornando más remoto.

En Francia, a la panoplia de actividades y curiosidades ligadas a la Navidad que ya conocía, se añadieron las majestuosas decoraciones de los grandes almacenes como Galeries Lafayette y Le Printemps, con autómatas de tamaño natural y atracciones sofisticadas. Recuerdo con placer el foie gras de pato, el boudin blanc (morcilla de color blanco), la bûche de Noël (pastel en forma de leño recubierto de chocolate y relleno de trufa), vinos, quesos, champañas…

En Italia descubrí a la Befana, figura folclórica repartidora de regalos cuyo nombre deriva de la palabra “epifanía” y que cerraba la serie de celebraciones ligadas a la Navidad. Según la leyenda, la Befana visita a los niños la noche anterior a la epifanía (6 de enero) rellenando con caramelos y chocolates los calcetines decorativos de los pequeños que se hayan portado bien durante el año y con carbón los de los que se hayan portado mal. Estos “carbones” son en realidad dulces asimilando al carbón.

De Suiza recuerdo la elaboración, junto a mis hijos y sus amiguitos, de las galletas de Navidad y la visita a los innumerables mercados navideños con coronas y otras decoraciones confeccionadas usando ramas y piñas de coníferas recogidas durante el otoño. También recuerdo con emoción el vino caliente con canela y otras especias degustado en medio de las gélidas calles, a menudo cubiertas de nieve.

A pesar de disfrutar del folclor navideño de los países en los que vivía, sentía que estas festividades carecían de sentido. Para mí la Navidad tomó un matiz más espiritual el primer año que pasé esta celebración sola, luego de mi divorcio. En vista de que mis hijos se habían ido a compartir estas fiestas con su padre y sus abuelos, algunos amigos me invitaron a pasar la Nochebuena con ellos. Estuve tentada de aceptar, pero finalmente decliné todas las invitaciones: quería experimentar lo que se siente pasar una fiesta tan importante sola.

Aquella Nochebuena del 2007 fue una de las más hermosas de mi vida. Entre velas, música instrumental y una cena frugal, pero exquisita, tuve una conversación bastante profunda con mi yo interior o conciencia o dios interior.

Estaba recostada viendo las lucecitas intermitentes del arbolito, sin pensar en nada, cuando fui consciente de que un único pensamiento surgió de repente de mí. ¿Quién soy? ꟷme pregunté. Inmediatamente “sentí” una voz que me decía: “Eres un ser espiritual que ha venido a experimentar la vida física. Eres consciencia inteligente y formas parte de una Consciencia más vasta”. Esta voz era bien definida y parecía provenir de mi interior.

ꟷ¿Esa consciencia es Dios? ꟷSin palabras, yo me comunicaba con la voz.

ꟷDios o Fuente de energía. Es lo mismo ꟷme respondió la voz.

ꟷSi yo formo parte de esa consciencia, entonces…

ꟷTú también eres energía. Como todo. ꟷDijo la voz interrumpiéndome.

ꟷ¿Esa energía más vasta decide las cosas por mí?

ꟷNo. Tú eres el creador y responsable de todo cuanto sucede en tu vida. De las cosas que llamas “buenas” y de las que llamas “malas”. Tú atraes todas las experiencias a ti. Tanto las que quieres como las que no quieres.

ꟷ¿Cómo voy a atraer cosas que no quiero?

ꟷLas atraes prestándole atención. Si quieres atraer solo experiencias positivas a tu vida, tienes que pensar en cosas que te hagan sentir bien. Si piensas en lo que no quieres, atraerás eso que no quieres a tu vida.

«Estudia la Ley de la Atracción» ꟷfueron las últimas palabras que escuché antes de salir de mi sopor.

Gracias a esta experiencia no solo las Navidades sino mi vida entera está orientada al descubrimiento de verdades que había buscado durante años y que siempre estuvieron disponibles para mí, aunque yo no las percibiera por no haberme concedido la ocasión de estar sola conmigo misma.

¿Qué tal si estas Navidades buscas momentos para estar a solas contigo mismo? Es muy fácil. Apaga la televisión u otros elementos perturbadores, pon una música instrumental muy tranquila o si tienes la suerte de vivir en el campo, concéntrate en el trino de los pájaros y en el rumor del viento. Y, cuando te sientas tranquilo, pregúntale a esa parte de ti más sabia que te muestre tu misión en esta vida, si es que aun no la has encontrado.

¡Bendiciones en esta Navidad y siempre!

Puedes encontrar formas de comunicarte con tu Ser interior en nuestro canal de youtube PositivaMente.pty

 
 
 

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